El Padrenuestro: una oración misionera
Los discípulos le piden a Jesús que los enseñe a orar. Jesús responde inmediatamente y con alegría. Y les enseña una breve oración de súplica a Dios, su Padre, que es también “nuestro Padre”. Debemos señalar que ésta es realmente la única oración que Jesús enseña personalmente a sus apóstoles, incluyéndonos a nosotros.
Los judíos conocían muchas formas de oración: acción de gracias, alabanza, petición, adoración, etc. Los Salmos ofrecen un amplio espectro de oración. Por tanto, es mucho más interesante que Jesús enseñara a los discípulos una oración de petición. En el Evangelio según Mateo, el Padrenuestro consta de siete peticiones; en Lucas son solo cinco.
En los últimos años, la oración de petición ha entrado en crisis. Es filosóficamente difícil entender por qué una persona debería pedirle algo a Dios, que de todos modos lo sabe y lo puede todo… ¿Qué sentido tiene? Por influencia de la religiosidad oriental, que se ha vuelto cada vez más popular en los últimos 50 años, “orar” se ha entendido más como un alivio subjetivo de uno mismo. La “oración” como algo que es sobre todo “bueno para mí”. A través de la oración, no muevo a Dios a hacer algo, sino que me cambio a mí mismo.
En realidad, esto es un ateísmo latente, porque ya no confiamos en que Dios haga nada en este mundo. La oración de súplica sólo tiene sentido en mí, en el cambio de mis actitudes, de mis estados de ánimo. Pero, ¿realmente Jesús enseñó a sus discípulos estas grandes peticiones del Padrenuestro sólo para que pudieran tranquilizarse…? ¡Claramente no! Jesús espera todo de Dios, su Padre, y quiere que nosotros hagamos lo mismo. ¡Por supuesto que Dios no necesita nuestras oraciones! Pero él las QUIERE. Por eso Jesús dice: “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá” (Mt 7, 7).
En el mes misionero de octubre, debemos rezar conscientemente el Padrenuestro por la misión mundial. Todas las peticiones del Padrenuestro tienen una dimensión misionera: misión significa querer que el nombre de Dios sea santificado, que el Reino de Dios amanezca en el corazón de los hombres; para que todos vivan con justicia y tengan el pan que necesitan; que llegue el perdón misericordioso y que Dios ponga fin a la guerra, la discriminación, el hambre, la violencia y la destrucción de nuestro hábitat, la tierra…
A petición de la Pontificia Unión Misional, han colaborado en la escritura de estas meditaciones:
- Para los domingos: P. Yoland Ouellet, o.m.i., Director Nacional OMP, Canada de habla francesa
- Para los días de la semana:
- 1-14 de octubre: P. Karl Wallner, Director Nacional OMP, Austria
- 15 y 23 de octubre: P. Pierre Diarra
- 16-22 de octubre: P. Jafet Alberto Peytrequín Ugalde, Director Nacional OMP, Costa Rica
- 24-31 de octubre: P. Dennis C. J. Nimene, Director Nacional OMP, Liberia.