Discípulos, hacedores de bien
Aún muchos en el mundo recuerdan con gratitud el enorme empeño misionero de san Juan Pablo II, quien hasta los últimos días de su vida terrena no dejó de predicar con ahínco y determinación la Buena Noticia de Nuestro Señor Jesucristo, pues estaba plenamente convencido de que “Cristo vino para anunciar la buena nueva de la paz, tanto a ustedes, los que estaban lejos, como a los que estaban cerca. Así, unos y otros podemos acercarnos al Padre, por la acción de un mismo Espíritu”.
Las palabras inaugurales de san Juan Pablo II siguen resonando en nosotros: «¡No tengan miedo! ¡Abran -aún más- abran de par en par las puertas a Cristo!». Incluso ante la muerte, pidió a Dios para que “su pascua” fuera útil a la ”causa más importante a la que trato de servir: la salvación de los hombres, la salvaguarda de la familia humana y, en ella, de todas las naciones y pueblos; que sea útil para las personas que de manera particular me ha confiado, para la Iglesia, para la gloria del mismo Dios.”
Podríamos afirmar que en la persona de san Juan Pablo II se puede contemplar a aquellos “dichosos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela”.
El buen discípulo, tiene la mirada puesta en la meta. Él, con el corazón puesto en Dios (Lc 12,22-32) y en el ejercicio de la caridad (Lc 12,33-34), camina hacia la plenitud con “la túnica puesta” y con “las lámparas encendidas” (12,35) en el presente.
La parábola “de los servidores vigilantes”, que estamos leyendo hoy, presenta al discípulo precisamente como un “servidor” que sabe esperar la llegada de su “señor”. Esta parábola presenta dos momentos:
De los servidores hacia su Señor
Según la primera parte de la parábola (12,35-36), la espera del Señor se hace con “la túnica puesta (ceñida)” y las “lámparas encendidas”.
- Las “túnicas puestas (ceñidas)”. Normalmente dentro de la casa la gente andaba con la túnica suelta, sin correa; es el equivalente de estar con ropa cómoda. En cambio, “estar con el cinturón” era propio de quien estaba pronto para el trabajo o para un viaje, por ejemplo en Ex 12,11; recordemos también que Jesús se “ciñe” para servir en la última cena.
- Las “lámparas encendidas”. Las lámparas de la casa se apagaban cuando la familia se iba a dormir. Por eso “lámpara encendida” es señal de actividad en la casa. Para Mt 5,16 estas lámparas son las “buenas obras” y su irradiación evangelizadora.
Con estas dos imágenes, Jesús enseña que el discípulo que sabe vivir la “espera” es aquel que sabe “vigilar”. La vigilancia es lo contrario del irse a dormir o entrar en situación de reposo. El Evangelio no permite descuido, no da espacio para la pereza, no tiene reposo. “Vigilar” es estar siempre listo para la acción, es estar siempre en forma para poder vivir los requerimientos propios del Evangelio (“túnicas ceñidas”) y para irradiarlos a los demás hermanos (“lámparas encendidas”).
Del Señor hacia sus servidores
La segunda parte de la parábola (12,37-38), se refiere al premio a aquellos que “encuentre en vela” (12,37) y “esperando” (12,38). Su recompensa se describe con el máximo calificativo que da el evangelio: “¡Dichosos!”. Esto quiere decir, que en su actitud de espera, de apertura al futuro de Dios, todo ser humano vive su verdadera felicidad. Y este calificativo que ennoblece el presente está seguido por un don todavía mayor en el futuro: Jesús será para él como un siervo, es decir, nos ofrece todos los dones de su servicio a lo largo de su ministerio.
La referencia a los diversos momentos de la noche nos recuerda la importancia de la perseverancia. Es fácil y común llegar a cansarse en este caminar, por eso: dichoso al que el Señor “lo encuentre haciendo lo que debe”.
A petición de la Pontificia Unión Misional, han colaborado en la escritura de estas meditaciones:
- Para los domingos: P. Yoland Ouellet, o.m.i., Director Nacional OMP, Canada de habla francesa
- Para los días de la semana:
- 1-14 de octubre: P. Karl Wallner, Director Nacional OMP, Austria
- 15 y 23 de octubre: P. Pierre Diarra
- 16-22 de octubre: P. Jafet Alberto Peytrequín Ugalde, Director Nacional OMP, Costa Rica
- 24-31 de octubre: P. Dennis C. J. Nimene, Director Nacional OMP, Liberia.