Una Iglesia misionera debe enfrentarse con la realidad
En el Evangelio de hoy, Jesús pronuncia una palabra demoledora: “Esta generación es mala...” Si dijo esto a sus oyentes hace 2000 años, ¡cuánto más a los nuestros! Las guerras, la explotación de la naturaleza, la pobreza y el hambre continuos en grandes partes del mundo, una economía global injusta… nos entristecen, incluso nos deprimen. Y los católicos tampoco estamos en una fase de optimismo. Hay mucha incertidumbre en la Iglesia sobre cómo afrontar los cambios. La comprensión del matrimonio y de la familia, la protección de la vida no nacida, la dignidad e inviolabilidad del ser humano hasta la muerte natural, etc. Lo que antes parecía claro, de repente se ha vuelto turbio.
Una Iglesia misionera debe enfrentarse con la realidad. El organismo de este mundo sufre de muchas enfermedades. Sin diagnóstico, no hay cura. Por lo tanto, es nuestro deber contradecir desde la luz del Evangelio cuando la gente intenta vendernos a lo blanco como negro y a lo negro como blanco. Los valores del Evangelio son claros y nos permiten emitir un juicio: “¡Esta generación es mala!” Jesús lo dice muy claro y apodíctico.
También nos gustaría una señal. Hay un gran anhelo en la iglesia por una “poción mágica”, como en la historia de “Astérix y Obélix”. Un sorbo y los cristianos volveremos a tener éxito… Algunos en la iglesia quieren volver a las viejas costumbres, otros quieren ser “modernos” y adaptarse al espíritu de los tiempos. Ni lo uno ni lo otro nos llevarán al futuro.
Jesús responde a la generación de hace 2000 años, que exigía signos milagrosos terrenales para tener éxito en la tierra, con una invitación al arrepentimiento. ¿A dónde debería dirigirse la generación malvada? ¡A Jesús! Se señala a sí mismo: ¡He aquí uno que es más que Salomón! ¡Aquí hay uno que es más que Jonás! Aquí hay quien abre la puerta al corazón del Padre.
Sólo podremos cambiar el mundo si nos convertimos a Jesús y su “programa”. Por supuesto que los cristianos queremos cambiar, mejorar y sanar este mundo terrenal. Jesús también hizo eso. Pero el éxito terrenal es temporal. Jesús obra la plenitud de la redención a través de su muerte. Lo real que Jesús quiere traer a un mundo tan lleno de miseria es amor y justicia. O en sus palabras: “Mi reino no es de este mundo” (Jn 18, 36).
A petición de la Pontificia Unión Misional, han colaborado en la escritura de estas meditaciones:
- Para los domingos: P. Yoland Ouellet, o.m.i., Director Nacional OMP, Canada de habla francesa
- Para los días de la semana:
- 1-14 de octubre: P. Karl Wallner, Director Nacional OMP, Austria
- 15 y 23 de octubre: P. Pierre Diarra
- 16-22 de octubre: P. Jafet Alberto Peytrequín Ugalde, Director Nacional OMP, Costa Rica
- 24-31 de octubre: P. Dennis C. J. Nimene, Director Nacional OMP, Liberia.