Testimonio profético en una sociedad hostil
Hoy conmemoramos a san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, y las lecturas nos permiten acercarnos al misterio de la vida del profeta-mártir, del apóstol-mártir. Aunque el evangelio es secuencia del que leímos ayer, el tono dramático hoy es mayor; es tan fuerte que al final Jesús resulta atacado insidiosamente por parte de los escribas y fariseos que lo han invitado a la comida.
Recordemos el contexto: Jesús había sido invitado a comer en casa de un fariseo y su anfitrión parece sorprendido porque Jesús se ha saltado las abluciones rituales, los lavabos antes de comer. Esta cena parece narrada teniendo en vista el denominado simposio griego o sea una comida solemne en la que los invitados en cuanto comían y bebían debatían sobre cuestiones filosóficas. El narrador de Lucas se vale de este escenario tan conocido por sus lectores.
“¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron!
Esta acusación de perseguir y matar a los profetas, que son la conciencia de todo un pueblo viene haciendo camino en este evangelio de Lucas desde el Sermón de la llanura (Lc 6, 22-23) y va a ser retomado en Hechos de los Apóstoles (Hch 7, 52). Jesús se identifica precisamente como un profeta (Lc 4, 24; 13, 33-34).
La acusación de construir tumbas a los profetas es toda una instigación que Jesús enseguida clarifica con la observación de que la generación actual no es mejor que la anterior, y no hace más que dar continuidad a la matanza sistemática de profetas y enviados de Dios. Precisamente por esta continuidad el hecho de construir sepulcros monumentos y placas como homenaje a los profetas asesinados resulta ser un modo para celebrar su muerte violenta y, por lo tanto, aprobarla.
“Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y los matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del Mundo”.
Jesús atribuye una cita a la Sabiduría de Dios; lo curioso es que el dicho citado no lo encontramos ni en el Antiguo Testamento ni en los otros escritos peritestamentarios. Se podría percibir aquí una invitación para identificar al mismo Jesús como esa sabiduría personificada.
Jesús predice entonces el asesinato de algunos de sus misioneros, incluso el suyo. Pero estas muertes, dice el Señor, no caerán en el olvido ni caerán en la impunidad, al contrario, se tendrá que asumir la responsabilidad y las consecuencias del daño recibido. Como dirá años después san Ignacio de Antioquía: “Trigo soy de Dios, molido por los dientes de las fieras y convertido en pan puro de Cristo”. La justicia divina, que transforma el mal en bien, alcanzará todos los actos de persecución y de asesinato que se han cometido a lo largo de toda la historia.
De esta manera Jesús deja ver una conexión entre el comportamiento del pueblo de Israel que rechaza profetas y enviados de Dios y lo que va a ocurrir con Él mismo en Jerusalén y luego con sus apóstoles, y posteriormente con tantos misioneros en el mundo hasta el día de hoy.
¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del saber!
Jesús deja sentir su indignación profética en nombre de Dios contra este grupo de fariseos, porque su comportamiento resulta ser una falsa interpretación de la ley y todo esto a pesar de que la tarea de ellos en medio del pueblo era precisamente la de ser de guías, no obstante, resultaban desviando a aquellos que los escuchaban. Ellos tenían “la llave de la puerta del saber”, pero parece que ni entraban ni dejaban entrar.
Los misioneros no podemos guardarnos aquello que hemos recibido, pues como escuchamos en la carta a los Efesios: “Él ha prodigado sobre nosotros el tesoro de su gracia, con toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad”.
Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente con muchas preguntas y a ponerle trampas para ver si podían acusarlo con alguna de sus propias palabras.
Todo termina en abierta hostilidad. Jesús, quien es abiertamente amigo de los recaudadores de impuestos y de los pecadores, de los excluidos, de los impuros, no se niega a comer con un hombre que pertenece a uno de los grupos más intransigentes en la interpretación de la ley. No obstante, les hace ver cómo han desviado el camino. Han construido una religión hecha de buenas prácticas, pero sin alma liberadora y se refugian en un compromiso externo formal e intransigente, pero sin misericordia ni piedad.
Han sofocado así el Espíritu que sopla donde quiere y lo han transformado en un escrupuloso aparato de recetas. Han perdido el norte de su misión que es explicar e interpretar las escrituras. Resultaron malos maestros incapaces de penetrar en el sentido de las escrituras mismas e incapaces de transmitirle a los demás el plan de amor de Dios que se revela en ellas y mucho menos reconocer al Enviado del Padre, Jesús de Nazaret, y se han apartado del plan proyectado por Dios, que como dice san Pablo es: “Hacer que todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, tuvieran a Cristo por cabeza”.
A petición de la Pontificia Unión Misional, han colaborado en la escritura de estas meditaciones:
- Para los domingos: P. Yoland Ouellet, o.m.i., Director Nacional OMP, Canada de habla francesa
- Para los días de la semana:
- 1-14 de octubre: P. Karl Wallner, Director Nacional OMP, Austria
- 15 y 23 de octubre: P. Pierre Diarra
- 16-22 de octubre: P. Jafet Alberto Peytrequín Ugalde, Director Nacional OMP, Costa Rica
- 24-31 de octubre: P. Dennis C. J. Nimene, Director Nacional OMP, Liberia.