JMJ, diálogo entre religiones en Lisboa
La presencia de personas de otras religiones encontró espacios de debate durante la recién concluida Jornada Mundial de la Juventud en la capital portuguesa
Entre el millón y medio de jóvenes reunidos en Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud, la presencia de personas de otras confesiones no pasó desapercibida. Como el monje budista Ashin Mandarlankara, de Myanmar, al que los jóvenes pararon por las calles de Lisboa para saber a qué comunidad pertenecía.
Para la ocasión, el Centro Internacional de Diálogo Kaiciid, con sede en Lisboa, reunió a un grupo de miembros de diversas comunidades religiosas y procedencias geográficas para ofrecer una presencia interreligiosa durante la JMJ, a través de actos abiertos a los jóvenes que abarrotaban las calles portuguesas.
El martes 1 de agosto, en el Centro Cultural de Belem, frente a la Ciudad de la Alegría, se celebró una mesa redonda sobre la juventud y el diálogo interreligioso. Entre los ponentes se encontraba el rabino Ioni Shalom, del Congreso Judío Mundial Latinoamericano, que contó su experiencia durante una visita interreligiosa a Israel con un grupo de sacerdotes. «Fuimos a visitar un hospital y entre los pacientes había un niño que había sido alcanzado por una mina en Siria», explicó, «un sacerdote y yo nos acercamos a él, le cogimos la mano y rezamos. El sacerdote en español y yo en hebreo. El niño no entendía ni una palabra, pero comprendía el significado de todo. Además de las palabras, experimentamos la esencia del diálogo interreligioso». Hablando del motivo de su presencia en Lisboa, el rabino Shalom prosiguió: «Estoy aquí porque estos días son importantes para vosotros, católicos, y quiero deciros que estoy aquí y que podéis contar conmigo. El diálogo interreligioso es tanto más importante cuando lo viven los jóvenes, porque si tienes un árbol y no lo cuidas desde la raíz, entonces puede ser demasiado tarde».
Entre las actividades propuestas por Kaiciid al día siguiente figuraba la proyección de un documental en el cine São Jorge, en el centro de Lisboa. Alrededor de 200 jóvenes vieron Justine: a Kaiciid Fellow’s Journey sobre la historia de Justine Auma, una ingeniera biomédica y doctora ugandesa que trabaja en una zona de mayoría musulmana. Profundamente comprometida con su comunidad católica de Mbale con los jóvenes de la parroquia y activista en el diálogo interreligioso, Justine contó su historia como mujer laica al servicio de la Iglesia, reuniendo a líderes religiosos de las distintas comunidades locales para abordar retos comunes en la era post-Covid. Justine también formó parte de la pequeña delegación interreligiosa que se reunió con el Papa Francisco en la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en Lisboa en la mañana del viernes 4 de agosto. «Me gustaría agradecerle su compromiso con el diálogo y la acogida de otras religiones y de todos los necesitados», reflexionó Justine, pensando en lo que le hubiera gustado decirle al Papa antes de este encuentro. En cuanto a los jóvenes, Justine instó a todos: «No debemos hablar tanto, sino crear un espacio para que actúen».
Yossr Baaziz, joven tunecino musulmán y representante mundial de la juventud de la Organización Mundial del Movimiento Scout (OMMS), habló a los jóvenes de su experiencia, facilitando el jueves 3 y el viernes 4 de agosto -entre otras cosas- las sesiones de juegos de mesa «Diálogo», que permitieron a varios grupos de jóvenes confrontarse y conocerse mejor, en un ambiente distendido en el que no faltaron las risas. El diálogo y la apertura al otro ya forman parte de su formación como scout, pero «durante estos días», dice, «conocí mucho más el cristianismo. Me consideraba alguien que sabía lo suficiente y me di cuenta de que no era así». Baaziz tiene un sueño: «Me gustaría que algún día estas Jornadas Mundiales de la Juventud no fueran sólo para católicos, sino que hubiera oportunidades para que otros jóvenes participaran. Estoy aquí y he aprendido mucho. Imagino el impacto que una experiencia así podría tener en la vida de tantos otros jóvenes».
Observando a los jóvenes reunidos en Lisboa, el monje Ashin Mandarlankara comenta: «La juventud budista de mi país no tiene líder ni visión. Y nuestros jóvenes católicos no pudieron asistir por las dificultades para obtener visados debido a la crisis política en Myanmar». Para Mandarlankara, que pasó este año en Roma como becario del Centro Juan Pablo ii para el Diálogo Interreligioso, el desafío político en su país tiene un gran impacto en la vida de los jóvenes. A los que deciden entrar en un monasterio budista, cuenta, se les prohíbe cursar estudios laicos y, desde una edad temprana, sólo pueden estudiar asignaturas religiosas. Estos días fueron especiales para él: además del encuentro privado con el Santo Padre el viernes, «caminar por las calles vestido de monje, pero con la insignia de la JMJ, hizo que los chicos sintieran que yo era uno de ellos, aunque fuera diferente. Y fue una gran oportunidad, para mí y para ellos».
Fuente: Vatican News