El Papa: Reconocer la obra de Dios en la historia de la humanidad

“Memoria, misericordia, promesa. Estas son las tres palabras clave para quienes, como la Virgen María, reconocen la obra de Dios Padre en la historia de la humanidad”,

El Papa Francisco dirigió su audiencia en el Aula Pablo VI este miércoles 5 de febrero en el que se encontró con los peregrinos llegados a Roma desde todos los rincones del planeta para la tradicional Audiencia General de los miércoles


“Memoria, misericordia, promesa. Estas son las tres palabras clave para quienes, como la Virgen María, reconocen la obra de Dios Padre en la historia de la humanidad”, señaló el Papa en su catequesis.

El Pontífice, al estar resfriado, no ha podido leer el texto de la catequesis: «Quiero pedir disculpas –explicó el papa Francisco- porque con este fuerte resfriado me resulta difícil hablar. Por eso he pedido a este hermano que lea la catequesis. Él la leerá mejor que yo». La reflexión, centrada en el tema «‘Feliz de ti por haber creído’ (Lc 1,45). La Visitación y el Magnificat», así como los saludos al final de la catequesis a los distintos grupos lingüísticos, ha sido leída por don Pierluigi Giroli, oficial de la Secretaría de Estado.

En la visita de María a Isabel, ha explicado el Obispo de Roma en el texto, «es sobre todo Jesús, en el vientre de su madre, quien visita y redime a su pueblo. María se levanta y se pone en camino… no elige protegerse del mundo, no teme los peligros y los juicios de los otros, sino que sale al encuentro de los demás». Y es que cuando nos sentimos amados, se «experimenta una fuerza que pone en movimiento el amor; como dice el apóstol Pablo, “el amor de Cristo nos posee” (2 Co 5,14), nos impulsa, nos mueve».

El encuentro entre las dos mujeres, María e Isabel, «produce un impacto sorprendente: la voz de la “llena de gracia” que saluda a Isabel provoca la profecía en el niño que la anciana lleva en su vientre, y suscita en ella una doble bendición: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” (Lc 1,42). Y también una bienaventuranza: “¡Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá!”». «Ante el reconocimiento de la identidad mesiánica de su Hijo y de su misión como madre, María no habla de sí misma, sino de Dios, y eleva una alabanza llena de fe, esperanza y alegría, un canto que resuena cada día en la Iglesia durante la oración de las Vísperas: el Magnificat», ha proseguido.

El texto «está entretejido de resonancias bíblicas, signo de que María no quiere cantar “fuera del coro”, sino sintonizar con los padres, exaltando su compasión por los humildes». Las referencias a la Pascua lo convierten también «en un canto de redención». Los verbos están todos en pasado, ha explicado el Papa, porque están «impregnados de una memoria de amor que enciende de fe el presente e ilumina de esperanza el futuro: María canta la gracia del pasado, pero es la mujer del presente que lleva en su vientre el futuro».

Y si la primera parte de este cántico «alaba la acción de Dios en María, microcosmos del pueblo de Dios que se adhiere plenamente a la alianza», la segunda «recorre la obra del Padre en el macrocosmos de la historia de sus hijos a través de tres palabras clave: memoria – misericordia – promesa».
Dios, de hecho, «comenzó a salvar a su pueblo a partir del éxodo, acordándose de la bendición universal que prometió a Abraham.

El Señor, Dios fiel para siempre, ha derramado un torrente ininterrumpido de amor misericordioso ‘de generación en generación’ sobre el pueblo fiel a la alianza, y ahora manifiesta la plenitud de la salvación en su Hijo, enviado para salvar al pueblo de sus pecados». «Desde Abraham hasta Jesucristo, y hasta la comunidad de los creyentes, la Pascua aparece, así, como la categoría hermenéutica para comprender toda liberación posterior, hasta llegar a la realizada por el Mesías en la plenitud de los tiempos», ha concluido.

El Pontífice ha vuelto a tomar la palabra sólo al final de la Audiencia, durante los saludos en italiano, para relanzar el llamamiento por la paz: «Pensemos en los países que sufren la guerra: la atormentada Ucrania, Israel, Sudán, tantos países que sufren allí. Recordemos a los desplazados de Palestina y recemos por ellos». Poco antes, en los saludos en polaco, el padre Giroli ha leído otra intención de oración del Papa por la paz: «Os animo a rezar por los sacerdotes y consagrados que ejercen su ministerio en países pobres y devastados por la guerra, especialmente en Ucrania, Oriente Medio y la República Democrática del Congo. Para muchos, esta presencia es la prueba de que Dios se acuerda de ellos».

Fuente: Agencia Fides.