El Papa en Indonesia: pasajes clave del discurso en la mezquita
“A las numerosas señales de amenaza, a lo tiempos oscuros, contraponemos el signo de la fraternidad”. El tercer y último día del Papa Francisco en Yakarta, capital de Indonesia y primera etapa de su viaje apostólico a Asia y Oceanía, se ha centrado en el diálogo interreligioso y la espiritualidad. Por la mañana, el Pontífice ha llegado a la mezquita «Istiqlal», donde ha sido recibido por el Gran Imán, KH Nasaruddin Umar.
Juntos han llegado al Túnel de la Amistad, una estructura que conecta la catedral con la mezquita (véase Fides 23/7/2024). «Gracias a todos aquellos que trabajan convencidos de que se puede vivir en armonía y en paz, conscientes de la necesidad de un mundo más fraterno», han sido las palabras pronunciadas por el Obispo de Roma delante del túnel. Después, el Papa e Imama han llegado a la gran carpa donde ha tenido lugar el encuentro interreligioso.
Tras una danza tradicional musulmana de bienvenida, el breve canto de un pasaje del Corán, la lectura de la parábola del buen samaritano del Evangelio de Lucas y el saludo del imán, el Pontífice ha pronunciado su discurso. A continuación, se ha procedido a la firma de la «Declaración Conjunta del Istiqlal 2024». A continuación, los pasajes más destacados del discurso pronunciado por el Papa:
Me siento feliz de estar aquí, junto con todos ustedes, en la mezquita más grande de Asia.
Esta mezquita fue diseñada por el arquitecto Friedrich Silaban, que era cristiano y ganó el concurso. Esto prueba que en la historia de esta nación y de la cultura que aquí se respira, la mezquita, como también los demás lugares de culto, son espacios de diálogo, de respeto recíproco, de convivencia armoniosa entre las religiones y las diferentes sensibilidades espirituales. Este es un gran regalo, que están llamados a cultivar cada día, para que la experiencia religiosa sea punto de referencia para una sociedad fraterna y pacífica y nunca motivo de incomprensión y de choque.
A este respecto cabe mencionar la construcción de un túnel subterráneo ―el túnel de la amistad―, que comunica la Mezquita Istiqlal con la Catedral de Santa María de la Asunción. Se trata de un signo elocuente, que permite que estos dos grandes lugares de culto estén no sólo “uno frente al otro”, sino también “comunicados” entre sí.
Los animo a continuar por este camino: que todos, todos juntos, cultivando cada uno la propia espiritualidad y practicando la propia religión, podamos caminar en la búsqueda de Dios y contribuir a construir sociedades abiertas, cimentadas en el respeto recíproco y en el amor mutuo, capaces de aislar las rigideces, los fundamentalismos y los extremismos, que son siempre peligrosos y nunca justificables.
En esta perspectiva, simbolizada por el túnel subterráneo, quisiera dejarles dos consignas, para impulsar el camino de la unidad y de la armonía que ya han iniciado.
La primera es ver siempre en profundidad, porque solamente así se puede encontrar lo que une, más allá de las diferencias.
Mirando en profundidad, percibiendo lo que fluye en lo más íntimo de nuestra vida, el deseo de plenitud que vive en lo más profundo de nuestro corazón, descubrimos que todos somos hermanos, todos peregrinos, todos en camino hacia Dios, más allá de lo que nos diferencia.
La segunda invitación es cuidar las relaciones. El túnel fue construido de una parte a la otra para crear una conexión entre dos lugares diferentes y alejados.
A veces pensamos que el encuentro entre las religiones se trate de una cuestión que tiene que ver sólo con buscar, a toda costa, puntos en común entre las diferentes doctrinas y confesiones religiosas. En realidad, puede pasar que un planteamiento de ese tipo termine por dividirnos, porque las doctrinas y los dogmas de cada experiencia religiosa son diferentes. Lo que realmente nos acerca es crear una conexión entre nuestras diferencias, ocuparnos de cultivar lazos de amistad, de atención, de reciprocidad.
Son vínculos que nos permiten trabajar juntos, caminar unidos en la consecución de algún objetivo, en la defensa de la dignidad del hombre, en la lucha contra la pobreza, en la promoción de la paz.
“Promover la armonía religiosa para el bien de la humanidad” es la inspiración que estamos invitados a seguir y que le da también título a la Declaración conjunta preparada para esta ocasión. En ella asumimos con responsabilidad las grandes, y algunas veces, dramáticas crisis que amenazan el futuro de la humanidad, particularmente las guerras y conflictos, desafortunadamente alimentados también por las instrumentalizaciones religiosas; pero también la crisis medioambiental, que se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento y la convivencia de los pueblos. Y ante este escenario, es importante que los valores comunes a todas las tradiciones religiosas se promuevan y se refuercen, ayudando a la sociedad a «erradicar la cultura de la violencia y de la indiferencia» (Declaración conjunta de Istiqlal) y a promover la reconciliación y la paz.
Fuente: Agencia Fides