Mozambique.- El Sacerdote Jesús Godoy se encuentra en África, específicamente en Mozambique en la diócesis de Tete, en la parroquia de Manje, junto a él están 4 jóvenes misioneros laicos que desde el 2018 trabajan por el Pueblo de Dios en esas tierras.
La Pandemia llegó a Mozambique y como en muchos lugares las medidas tomadas fueron el confinamiento y las restricciones de cualquier evento masivo. Las iglesias se encuentran cerradas y por lo tanto, cualquier trabajo convencional de la pastoral se ha tenido que renovar.
El Padre Jesús Godoy nos detalló que la segunda semana de marzo se descubrió el primer paciente con COVID-19 y el 24 de marzo se declaró estado de emergencia y que éste ha sido prorrogado tres veces.
La información que se tiene hasta los momentos es que el estado emergencia permanecerá hasta el próximo 31 de julio y mientras tanto la comunidad misionera venezolana Virgen de Coromoto con creatividad, cautela y entrega siguen acompañando a los cristianos de Mozambique.
Estos misioneros atienden 52 comunidades y todas tienen por supuesto las iglesias cerradas. Sin embargo, las personas están rezando por núcleos de 8 y 10 personas; se organizan y realizan celebración de la palabra, rosario, y oraciones espontaneas.
En la parroquia sede en donde están los misioneros celebran la eucaristía a través de dos emisoras de radio comunitaria de Manje que tienen alcance en gran parte del territorio. Para seguir llevando el sacramento de la comunión y de la confesión reciben de 2 a 4 de la tarde a grupos pequeños de personas que entran individualmente y evitan coincidir. Diario reciben de 100 a 120 personas.
La visita a las comunidades no se pausó del todo, los misioneros van al encuentro personal con los líderes de las comunidades; para escucharlos y para acompañarlos en este momento.
“Es importante ayudarlos a tener una respuesta lógica de lo que está sucediendo en el mundo con la pandemia, ellos se lo adjudican a cosas malas, mágicas, del demonio, y nosotros desde esta misión venezolana ayudamos a orientarlos un poco”, dijo el padre.
Además, detalló que la comunidad misionera aumentó el ritmo de oración, que realizan adoración al santísimo semanalmente. Lectio Divina y 4 veces a la semana tienen eucaristías comunitarias.
“Sabemos y tenemos la certeza que en este tiempo donde las actividades paran un poco, Dios nos pide rezar por la Iglesia Universal”.
Para finalizar, apuntó que el confinamiento trajo como aspecto positivo una mayor integración de la comunidad porque cuentan con tiempo para formarse y para compartir.