La Voz del Desierto» es el nombre de un grupo de rock igual que otro pero, la novedad es que está conformado por tres sacerdotes. Visten ropa negra ajustada, veneran a la metalica, y se alborotan en el escenario.
Es uno de los grupos de música católica que viajó a Panamá para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), La agenda de la banda, nacida en 2003 en la Diócesis de Alcalá de Henares, una localidad al norte de Madrid, incluye varias actuaciones, pero su gran concierto lo darán el jueves en el mismo escenario donde el pontífice se dirigirá una hora después a los miles de jóvenes de todo el mundo congregados en Panamá.
“La gente alusina cuando nos conoce, pero nadie dice que el rock y la palabra de Dios sean incompatibles”, aseguró el padre Julio Andrade.
«Para nosotros cantar es una bendición. La música nos ayuda a transmitir el mensaje de Dios, que es nuestra principal misión», asegura el padre Jesús Javier Mora, el vocalista y líder de este grupo.
«A veces parece que la religión católica es la más oscura y que el canto y la alegría se asocian a otras religiones, pero eso no es verdad», añade el religioso, a quien todos llaman «Curry» y que destaca especialmente por su «look» rockero: pantalones pitillo, camisa negra entallada y cinturón de hebilla grande.
El grupo nació cuando los tres sacerdotes, que tenían nociones musicales previas, estudiaban en el seminario de Alcalá de Henares. Desde entonces, han llovido seis discos, un contrato de distribución con Universal Music, decenas de conciertos por todo el mundo e incluso una gira por Estados Unidos.
Sus canciones hablan de episodios de la Biblia y de sus «experiencias personales con Dios», y sus ritmos coquetean con el pop, el rock e incluso el heavy metal.
«Las canciones son más o menos «cañeras» (duras) en función de quien las componga. Hay algunos más «poperos» como Rapo (apodo del padre Raposo) y otros a los que nos gusta más el rock duro», explica entre risas Alejandre, quien reconoce seguir disfrutando con Metallica y Guns N’Roses.
Su música, sin embargo, no gusta a todo el mundo y desde algunos sectores más tradicionales la tachan de sacrilegio. Ellos se defienden diciendo que solo tocan en encuentros religiosos y que en misa se limitan a la «música litúrgica».
«Nuestra relación con Dios está en la Iglesia, donde uno tiene un encuentro muy pleno a través de los sacramentos, pero luego también en la vida diaria. Somos sacerdotes las 24 horas del día», afirma Raposo, uno de los guitarristas.
Los más conservadores tampoco entienden el uso que hacen de las redes sociales- tienen página web y perfiles en Twitter e Instagram pero ellos están convencidos de que «es la única forma de entrar en el corazón de los jóvenes».