Acción de gracias por Allamano
La reciente canonización de san José Allamano, fundador de los Misioneros de la Consolata, ha sido motivo de alegría para el mundo misionero. La ceremonia tuvo lugar el pasado 20 de octubre en la plaza de San Pedro en el Vaticano, y la celebración de acción de gracias en Venezuela se llevó a cabo el domingo 27 en la arquidiócesis de Caracas.
La jornada inició con una caminata donde participaron cerca de 400 jóvenes de varias parroquias y colegios de la ciudad capital. Fue organizada conjuntamente por Obras Misionales Pontificias (OMP) Venezuela, el Secretariado de Pastoral Juvenil de Caracas y los Misioneros de la Consolata.
Posteriormente tuvo lugar la misa en la parroquia Alfonso María de Ligorio, El Paraíso, presidida por Mons. Lisandro Rivas IMC, obispo auxiliar de Caracas, con la presencia de numerosos feligreses.
En torno a la mesa
La celebración incluyó tradiciones y elementos que permitieron mostrar la forma de celebrar y vivir la liturgia en otros continentes donde los miembros de la familia fundada por Allamano llevan el Evangelio.
Así varios momentos fueron acompañados con danzas litúrgicas, la oración del Padrenuestro se hizo en varios idiomas: warao, portugués, inglés, lingala, swahili y español, mientras que los cantos también fueron representativos de los cinco continentes.
Un modelo de santidad
Monseñor comenzó compartiendo con los presentes su alegría, gratitud y entusiasmo “por este modelo de santidad, en un día de fiesta porque la consolación de Dios ha tocado y sigue tocando a la humanidad a través del sueño de Allamano de enviar misioneros a evangelizar hasta los confines de la tierra”.
Recordó el prelado lo importante de preguntarse que nos pide la Iglesia hoy como bautizados, discernir para abrir el corazón a la universalidad de la Iglesia, siguiendo el ejemplo y los pensamientos de Allamano, que nos recuerda ser primero santos y después misioneros. “Para convertir lo ordinario en extraordinario, y para brillar como discípulos misioneros del Señor”, precisó.
Finalmente, hizo referencia al mes de las misiones y el trabajo de animación de OMP y la importancia de la cooperación misionera, priorizando el anuncio donde nadie quiere ir, es decir, a las periferias existenciales.
Con corazón misionero
El piamontés José Allamano vivió entre 1851 y 1926. De joven, José creció entre los salesianos. A los 22 años era sacerdote con el sueño de ir a una misión, pero su salud no era de hierro y tuvo que ocuparse de otras cosas.
Fue enviado a dirigir, con tan solo 29 años, el mayor santuario mariano de Turín, dedicado a Nuestra Señora Consolata. Lo devolvió a su antiguo esplendor y el sueño de las misiones se transformó en una gran obra, el Istituto Missioni Consolata, que fundó en 1901 y, a petición de Pío X, estableció también una rama femenina con las Hermanas Misioneras de la Consolata. Juan Pablo II lo beatificó en 1990.
«Su testimonio nos recuerda la atención necesaria hacia las poblaciones más frágiles y más vulnerables. Pienso en particular en el pueblo Yanomami, en la selva amazónica brasileña, entre cuyos miembros tuvo lugar precisamente el milagro vinculado a la canonización de hoy», expresó sobre Allamano el papa Francisco.