Papa Francisco: “La Iglesia no se anuncia a sí misma”
El anuncio de la redención que nos trae Cristo no se realiza en virtud de la militancia religiosa o del «activismo» misionero, sólo puede realizarse «en el Espíritu Santo». Lo ha repetido el Papa Francisco, continuando el ciclo de catequesis dedicadas a la alegría de anunciar el Evangelio. Un oficial de la Secretaría de Estado ha leído el discurso en su lugar para evitar el agotamiento del santo Padre.
El Papa Francisco ha esbozado un dato esencial del anuncio cristiano, que hace que la misión de la Iglesia sea incomparable con cualquier forma de propaganda política, cultural y religiosa: «para “comunicar a Dios” -ha aclarado la catequesis papal leída ante la multitud reunida en el Aula Pablo VI- no bastan la alegre credibilidad del testimonio, la universalidad del anuncio y la actualidad del mensaje. Sin el Espíritu Santo todo celo es vano y falsamente apostólico: sería solo nuestro y no traería fruto».
Citando la exhortación apostólica Evangelii gaudium, ha querido recordar que «Jesús es el primero y el más grande evangelizador» que «en cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios», el cual «quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu».
En la catequesis el Papa ha dicho que el Señor compara el dinamismo del Reino de Dios a «un hombre que hecha el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo». Por esto – ha reiterado el obispo de Roma – «el Espíritu es el protagonista, precede siempre a los misionarios y hace brotar los frutos». Un hecho que «nos consuela mucho» y nos ayuda a reconocer que «en su celo apostólico la Iglesia no se anuncia a sí misma, sino una gracia, un don, y el Espíritu Santo es precisamente el Don de Dios, como dijo Jesús a la mujer samaritana».
El primado del Espíritu – ha añadido la catequesis papal- no es una justificación para la indolencia y la pasividad. La vitalidad de la semilla que crece por sí misma «no autoriza a los campesinos al abandono del campo». El Señor «no nos ha dejado cuadernos de teología o un manual de pastoral para aplicar, sino al Espíritu Santo que suscita la misión. Y la audacia valiente que el Espíritu Santo infunde nos lleva a imitar el estilo, que siempre tiene dos características: la creatividad y la sencillez».
La creatividad – ha continuado la catequesis del Papa Francisco – es necesaria «para anunciar a Jesús con alegría, a todos y en el hoy. En esta nuestra época, que no ayuda a tener una mirada religiosa sobre la vida y en la que el anuncio se ha convertido en diversos lugares más difícil, cansado, aparentemente infructífero». Una situación en la que «puede nacer la tentación de desistir del servicio pastoral. Quizá nos refugiamos en zonas de seguridad, como la repetición habitual de cosas que se hacen siempre, o en las tentadoras llamadas de una espiritualidad intimista, o incluso en un sentimiento mal comprendido de la centralidad de la liturgia. Son tentaciones» ha proseguido la catequesis del Papa Francisco «que se disfrazan de fidelidad a la tradición, pero a menudo, más que respuestas al Espíritu, son reacciones a las insatisfacciones personales. Sin embargo, la creatividad pastoral, el ser audaces en el Espíritu, ardientes de su fuego misionero, es prueba de fidelidad a Él».
Creatividad, por tanto, también sencillez, porque «el Espíritu nos lleva a la fuente, al “primer anuncio”». Lo que «debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial».
La catequesis papal ha concluido con una invitación a dejarse «cautivar por el Espíritu Santo» y a invocarlo cada día para que «sea Él el principio de nuestro ser y de nuestro obrar; sea el inicio de toda actividad, encuentro, reunión y anuncio. Él vivifica y rejuvenece la Iglesia: con Él no debemos temer, porque Él, que es la armonía, mantiene siempre creatividad y sencillez juntas, suscita la comunión y envía en misión, abre a la diversidad y reconduce a la unidad. Él es nuestra fuerza, el aliento de nuestro anuncio, la fuente del celo apostólico. ¡Ven, Espíritu Santo!».
Fuente: Agencia Fides