Hna. Luigina Goffi
Soy la hermana Luigina Goffi, del Instituto de las Hermanas Misioneras de la Consolata. En mi juventud me sentía feliz, entusiasta de mi apostolado en la catequesis. En la pastoral social de mi parroquia. No tenía aún planes para mi futuro, cuando una chispa muy fuerte atravesó mi mente, mi corazón, mi vida toda. Dios me llamaba a donar toda mi vida a él para la misión.
Había participado a la celebración un misionero de dos padres misioneros de la Consolata. Su destinación era la Amazonía brasileña entre el pueblo indígena Yanomami. Yo pensé: ¿Por qué yo no puedo hacer lo mismo que hacen ellos, entregar mi vida a la misión? Así es que, con la fuerza de la fe, con la certeza de que Dios me llamaba para este servicio, con el corazón en llamas, puse mis pies en este caminar misionero.
Caminé mucho, sí, mucho. Dejé mi patria Italia para ir a otra patria, a otros pueblos. En el Chaco Argentino con los indígenas tobas. En Venezuela, en Amazonas, Alto Ventuari con los indígenas Sanema. Y en los Caños del Delta Amacuro entre indígenas Warao.
Aún con el peso de mis años, el ardor misionero no se apagó. Mis pies no recorren más selvas y caños, más bien los caminos de los barrios de Puerto Ayacucho, integrándome al equipo de pastoral indígena urbana del vicariato.
Sinceramente doy gracias a Dios por el don de la vocación misionera. Él me ayudó a vivirla en plenitud. Gracias mi Dios. Gracias mis pueblos indígenas por haberme recibido.