Para anunciar el Evangelio es necesario estar en las encrucijadas del hoy

Catequesis Francisco

En una nueva entrega de la serie de catequesis del Papa sobre el celo apostólico y la pasión por la evangelización, en la audiencia de este miércoles ha querido afrontar una realidad que puede parecer sencilla: el anuncio es para el hoy, para el momento actual. No ha podido leerla él mismo, por sus problemas de gripe, pero la catequesis ha tenido la misma fuerza que las del último año en su insistencia en que el anuncio cristiano es alegría y es para todos.

“Casi siempre escuchamos cosas malas sobre el hoy”, comenzaba la catequesis, porque “el hoy parece estar habitado por una cultura que pone al individuo por encima de todo y a la tecnología en el centro de todo”. Y es que puede que nos encontremos “en la primera civilización de la historia que intenta organizar globalmente una sociedad humana sin la presencia de Dios, concentrándose en enormes ciudades que se mantienen horizontales aunque tengan rascacielos vertiginosos”. Una realidad que recuerda a la ciudad de Babel y su torre que nombra el Génesis. En aquel relato, “la humanidad habla un solo idioma –podríamos decir que tiene un ‘pensamiento único’–, es como si estuviera envuelta en una especie de encantamiento general que absorbe la unicidad de cada uno en una burbuja de uniformidad. Entonces Dios confunde los lenguajes, es decir, restablece las diferencias”, es decir “reanima lo múltiple allí donde la ideología quisiera imponer lo único”. Una historia que parece muy actual porque “también hoy la cohesión, más que sobre la fraternidad y la paz, se basa a menudo en la ambición, en el nacionalismo, en la estandarización, en estructuras técnico-económicas que inculcan la convicción de que Dios es insignificante e inútil”.

Ante esta realidad no sirven visiones alternativas provenientes del pasado y, advertía el Papa en la catequesis, “tampoco basta con simplemente reiterar creencias religiosas adquiridas que, por verdaderas que sean, se vuelven abstractas con el paso del tiempo. Una verdad no se vuelve más creíble porque se levante la voz al decirla, sino porque se testimonia con la vida”.

Por eso, animaba, debemos mirar “nuestra época y nuestra cultura como un don. Son nuestros y evangelizarlos no significa juzgarlos de lejos, ni siquiera subirnos a un balcón gritando el nombre de Jesús, sino salir a la calle, ir a los lugares donde se vive, frecuentar los espacios donde se sufre, se trabaja, se estudia y se reflexiona, habitar las encrucijadas donde los seres humanos comparten lo que tiene sentido para sus vidas”.

Por eso “es necesario estar en las encrucijadas del hoy”, algo que nos ayudará a los cristianos a comprender de manera renovada las razones de nuestra esperanza. Y concluía: “Hagamos nuestro el deseo de Jesús: ayudar a nuestros compañeros de viaje a no perder el deseo de Dios, para abrirle el corazón y encontrar al único que, hoy y siempre, da paz y alegría al hombre”.

Fuente: OMPRESS