Rostros de la Misión _ Peggy Vivas-1
Peggy vivas

Peggy Vivas, nació en Maracaibo, estado Zulia. Se formó en el ideal misionero con los Hermanos Marista, donde aprendió a servir a los demás.

Es psicóloga, de profesión y se ha dedicado, en su ejercicio profesional, a la atención de niñas y niños con necesidades educativas especiales.

Desde el año 1999 ha sido misionera Ad gentes en la Amazonía, tanto en Venezuela como fuera de ella. Hoy apoya, desde su vocación laical misionera, al Vicariato Apostólico del Caroní.

En la Amazonía la mayoría somos mujeres misioneras

¿Cómo ves el papel de la mujer en la Iglesia?

El aporte de la mujer es esencial, sin mujeres la Iglesia no sería lo que es. La mayoría de las personas que estamos en estas tierras de la Amazonía somos mujeres, los hombres son minorías. Pero el proceso de toma de decisiones recae en los pocos hombres y nosotras, las mujeres, parecemos que no participamos. Sin embargo, las mujeres llegamos a donde los hombres no quieren llegar. El trabajo siempre lo hacemos de forma conjunta, pero para nosotras es poco reconocido.
Las mujeres llegamos lugares a donde los sacerdotes no llegan.

¿Cómo ves los cambios que se han suscitado recientemente?

Hasta hace poco las mujeres no podíamos acceder a las órdenes menores es decir, ser acolitas o lectoras; aunque la norma ha cambiado, cuesta mucho que se ponga en práctica. Muchas mujeres, religiosas y laicas, llevamos la palabra y la eucaristía a tierras de misión, a los barrios, a muchos lugares donde los sacerdotes no llegan. Creo que la Iglesia pierde mucho, al no permitir la ordenación de mujeres.

Hay lugares donde está superada esta separación y las mujeres cumplen un rol importante y se vive una Iglesia más circular que piramidal. Y eso es lo que pedimos, una Iglesia donde los ministerios sean servicios y no sean puestos de poder. Donde todos nos sentemos en una mesa redonda y tengamos igualdad de condiciones. Donde nadie sienta que es menos, o que unos son más escuchado y otros ignorados.

Como Iglesia debemos abrirnos, cada vez más, a un verdadero espíritu de comunión de ministerialidad en igualdad de condiciones para todos.
Llegar al corazón de la gente. Para algunos el lugar de la mujer debe ser la cocina.

¿Cómo entiende Peggy esto?

Quien te invita a entrar hasta la cocina, te está invitando a un lugar especial dentro de la casa. Allí se da la reunión familiar, la gente se relaja, se dan las alegrías, se cuentan las penas, se alimenta, no solo el cuerpo sino también el espíritu, entonces cuando ya te pasan a la cocina es porque eres de confianza.

No es que llegas a la cocina porque vas a cocinar, sino que llegas al corazón de la gente. Y eso es una de las características esenciales de la mujer dentro de la Iglesia, llegar al corazón de la gente.

Nos evangelizamos mutuamente.

¿Cómo ha sido el trabajo con los indígenas? ¿Qué has aprendido en este
proceso?

Uno viene con la ilusión que va a enseñar, que va a dar a conocer a Dios y resulta que me doy cuenta que ello tienen una relación con Dios mucho más intensa y profunda que yo. Por eso creo que nos evangelizamos mutuamente. La misión me ha ayudado a construirme, me ha ayudado a crecer y me ha ayudado a madurar.

Dedicarse a la misión tiene muchas renuncias. ¿Crees que has dejado atrás el confort, que tenías antes? ¿Cómo valoras lo que tienes ahora?

Para mi estar aquí no es una perdida. Ha sido una ganancia, porque he aprendido que existen otras formas de vida, he aprendido a ampliar mi percepción, y aún falta mucho por seguir ampliando, siento que me ha ayudado a ser más humana, he aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.

Por: Lic. Enrique Cubero-Castillo

Peggy Vivas
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