El Papa Francisco a las OMP: la misión florece del corazón de Cristo y del “desorden” del Espíritu Santo

Francisco Asamblea General OMP

La misión evangelizadora de la Iglesia en el mundo tiene su “corazón” y su fuente en el corazón mismo de Jesús. La actividad misionera «no es una cosa natural», nace en «quién se deja atraer por el amor de Cristo» y siente «el deseo de llevar a todos la misericordia y la compasión que brotan de su Corazón» . Y para desencadenar el ardor de la misión «Fue necesario que viniera el Espíritu Santo para hacer ese “desorden” tremendo que ocurrió la mañana de Pentecostés». Con estas imágenes evocadoras, el Papa Francisco ha recordado también cuál es la fuente de gracia de la que puede emanar toda auténtica obra apostólica.

Lo ha hecho al recibir en audiencia a los participantes en la asamblea general anual de las Obras Misionales Pontificias (OMP), que se está llevando a cabo en Ciampino (Roma). A la Audiencia, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, han asistido más de 110 directores nacionales de la red de las OMP, procedentes de todos los continentes, acompañados por el Cardenal Luis Antonio Tagle, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, el Arzobispo Emilio Nappa (Presidente de las OMP), junto con oficiales y personal que trabajan en el Palacio de Propaganda Fide.

El Espíritu Santo «para crear la misionariedad, para crear la vida de la Iglesia» ha remarcado el Papa «es creador de desorden, pero luego de la armonía. Ambas cosas vienen del Espíritu Santo».

La misión específica de las Obras Misionales Pontificias -ha sugerido el Pontífice- puede ser vista y vivida también como un signo, una reverberación de la misericordia y de la compasión del Corazón de Jesús, cuya solemnidad cae en este mes de junio. «En el Corazón traspasado del Crucificado» ha dicho el Papa «podemos descubrir la medida infinita del amor del Padre, que nos ama con amor eterno», que «nos viene a buscar cuando estamos perdidos; nos levanta cuando caemos y nos hace renacer de la muerte».

Jesús, con su vida, «nos ha manifestado el corazón de Dios, como el de un Padre que siempre nos espera, nos ve desde lejos y viene a nuestro encuentro con los brazos abiertos; un Padre que no rechaza a nadie, sino que acoge a todos; que no excluye a ninguno, sino que llama a todos».

El horizonte de toda obra apostólica sigue siendo siempre el de «llegar a todos con el don del amor infinito de Dios, buscar a todos, acoger a todos, ofrecer nuestra vida por todos sin excluir a nadie». Cada una de nuestras misiones – ha insistido el Obispo de Roma – «brota del Corazón de Cristo, para dejar que Él atraiga a todos hacia sí».

Recordando la fuente de gracia y misericordia de la que bebe y participa toda iniciativa misionera, el Papa Francisco también ha querido recordar que las Obras Misionales Pontificias «no son una mera agencia de distribución de fondos para los necesitados de ayuda, sino una realidad llamada a sostener la misión evangelizadora de la Iglesia universal y de las Iglesias locales y a alimentar el espíritu misionero en el Pueblo de Dios».

El Sucesor de Pedro ha instado a las OMP a «intensificar aún más, con la audacia y la fantasía del Espíritu Santo, las diversas actividades de animación, información y formación del espíritu misionero», no sólo en las antaño llamadas “tierras de misión”, sino también en países de antigua tradición cristiana más marcados «por una grave crisis de fe y que necesitan una renovada evangelización y conversión pastoral».

En el horizonte de un auténtico servicio a la misión y a las Iglesias, el Obispo de Roma ha querido reiterar que la recogida y gestión de recursos económicos y materiales es sólo un instrumento: «Por favor – ha dicho el Papa -, no reduzcan las OMP al dinero. Este es un medio. Se necesita dinero, sí, pero no las reduzcan a eso. Son algo más grande que el dinero».

El dinero – ha continuado el Pontífice – se necesita «para salir adelante. Pero si falta la espiritualidad y se trata sólo de una empresa [que produce] dinero, llega inmediatamente la corrupción. Vemos también en nuestros días que aparecen en los periódicos historias de presunta corrupción en nombre de la misionariedad de la Iglesia».

El «papel importante» ejercido por las OMP tiene que ver más bien con «el sueño» de «una cooperación misionera cada vez más estrecha y coordinada entre todos los miembros de la Iglesia». Una vocación y una tarea que hay que asumir «para el bien del entero Pueblo de Dios».

«Es significativo – ha señalado el Pontífice en la parte final de su discurso – que los fundadores de las Obras hayan sido un obispo, un sacerdote y dos laicas, es decir, representantes de diferentes categorías de bautizados; este es un signo que nos compromete a involucrar a todos los miembros del Pueblo de Dios en la animación misionera», para custodiar el sueño de «una nueva estación de la acción misionera en las comunidades cristianas».

Fuente: Agencia Fides