Efrénny Chirino
Efrénny Chirino, psicóloga de profesión es oriunda de la Arquidiócesis de Coro. Actualmente vive una experiencia misionera como laica misionera de la Consolata en el Vicariato Apostólico de Tucupita
¡Hola, hola! Un saludo misionero. Soy Efrénny Estefanía Chirino García, laica misionera de la Consolata. Sentí arder mi corazón desde ese tomar consciencia de que soy una hija muy amada por Dios, que tiene una misión en esta tierra. Desde ese Dios Uno y Trino que me ama, me llama y me envía.
En realidad, uno llega a descubrirse no solo al escuchar hablar de Jesús o al haber leído sobre él, sino tras haberse encontrado con él mismo. Y puse mis pies en camino como misionera entre el pueblo Guarao hace aproximadamente dos años, específicamente en Tucupita.
Con el corazón en llama y los pies en camino, a partir de ese encuentro con Jesús, vive esta experiencia de Dios entre mis hermanos, con quienes descubro que no es tanto lo que doy, sino lo mucho que puedo recibir. La cercanía, el contacto y el hacerme uno más de ellos. La inocencia, la sonrisa, la alegría, sobre todo de los más pequeños, los primeros del Señor, de quienes tienen un gesto de generosidad y cercanía. Que comparten lo que no tienen, enseñándonos cuanto bien haría el poder desprendernos. Ellos me hacen ver y sentir la mano de Dios en todo. Desde lo que hacen, desde lo que son, desde esa belleza y riqueza cultural, como pueblos originarios.
Como misionera por la gracia de Dios gozo del don del envío a estos lugares donde pocos quieren venir, en los que la necesidad se hace permanente ese llamado a nosotros como bautizados. Esta experiencia de un sueño misionero que se ha hecho realidad, que estuvo, está y estará en mi cabeza, en mis labios y en mi corazón, así como lo dice nuestro fundador el beato José Alamano.
Continúo soñando y esforzándome por ser una cristiana que en medio de esa gracia pueda permanecer enamorada aún más de ese Jesús misericordioso. Teniendo en cuenta de que cuando caiga, él siempre me levantará. Experimento su amor cada día dando respuesta a ese mandato con las vivencias, surgen otros sueños y desafíos.
El corazón palpita de emoción, de alegría, de gozo, pero también de algunos miedos humanos. Pero aun así el corazón arde con la confianza de que no caminamos ni soñamos solos. Los sueños nos desatan y nos hacen caminar pisando tierra firme. Pero también nos hacen ser conscientes de esa necesidad que nos mueve respondiendo a ese sí convencido de ese mandato misionero: Vaya a todas partes y reciban y anuncien el evangelio. Esa consolación recibida del mismo Jesús.
No temamos que el Señor es quien conduce nuestros pasos. Con un corazón agradecido con quienes me animan y sostienen con sus oraciones, me permito citar estas palabras de Martha Arias: “Si te apasionaste por él, ganaste con él. Cuando te prometió que, si lo seguías, tu vida nunca sería la misma. Prepara tus maletas del futuro y pon tu vida a tu espalda. Es el sueño debajo del brazo y ponte en marcha con quien sabe que ha nacido por una razón. ¡La vida es misión!”