Deyciret Díaz, Pedro Ríos y Ana Teresa
Deyciret Díaz y Pedro Ríos, junto a su hija Ana Teresa, son originarios de la diócesis de Cabimas, estado Zulia. Actualmente viven una experiencia como familia misionera en la diócesis de Carúpano, gracias a un convenio entre ambas diócesis
Deyciret Díaz conoció el quehacer misionero de las Obras Misionales Pontificias cuando ella tenía 14 años, al asistir a un encuentro que realizó su diócesis. En esa oportunidad escuchó el testimonio de una misionera ad gentes, actual directora de misiones en la diócesis: Marilú. Este testimonio hizo arder su corazón, pero no fue sino hasta el 2013 cuando tuvo la oportunidad de ir a la JMJ en Brasil y vivir el CAM en diciembre de ese año, para tomar la decisión de comenzar un proceso de preparación para ir a las misiones.
No obstante el buen amor por las misiones, las buenas intenciones de Deyciret se vieron frustradas por lo pronto en diciembre de ese año: su papá se había enfermado gravemente. Durante el proceso de enfermedad de su papá, conoce a Pedro, su esposo. En abril del año siguiente muere su papá. Pedro y Deyciret se hicieron novios, y el tema de las misiones pasó a un segundo plano: ahora la prioridad estaba en vivir un noviazgo cristiano y luego recibir el sacramento del matrimonio.
Pedro, por su parte, venía de una familia que, si bien no están casados, han estado siempre juntos, cultivando valores como el respeto, el amor hacia Dios. Eso era lo que él y Deyciret desde el inicio querían vivir: una familia cristianamente constituida donde se vivieran valores. Entonces, después del matrimonio nació Ana Teresa.
En este mismo proceso de descubrir la voz de Dios en el servicio, juntos como familia comenzaron a participar en Encuentro Familiares de Venezuela, Cursillos de Cristiandad, entre otros. Pero aún no había nada estable donde poder compartir los dos. Poco después de las nupcias, recibieron la invitación para participar a un encuentro de Familias Misioneras, al que efectivamente asistieron y donde pudieron recibir formación e información del servicio.
Pocos años más tarde, les pidieron buscar algunas familias para ir a una misión en Guariquén, y fue ahí donde, así como para el matrimonio, Pedro tomó la iniciativa y le dijo a Deyciret: “¿Por qué no nos vamos nosotros a vivir esta misión?”. Invitación que dejó a ella desconcertada, porque jamás se esperó una invitación como esa de su esposo. Ella aceptó y comenzaron a prepararse para su sí al Señor a través del Relevo Misionero.
Durante este proceso recibieron una llamada una familia misionera, Lisbet y Moisés, que ya habían estado en Guariquén, una comunidad de indígenas y criollos, y los invitan a asistir a esta comunidad: “¡Vayan! Estén allá su tiempo, lo que ustedes quieran: un mes, dos meses, tres meses”, les dijeron en la llamada.
Cuenta Deyciret que, si bien ya tenían tiempo preparándose para una experiencia misionera como familia, venían muchas interrogantes, pero la más preocupante era: ¿Se adaptará Ana Teresa? Además, dice Pedro, “irnos de misión implicaba dejar mi trabajo, dejar el suyo, y tantas otras cosas. Pero, además, dejarlo todo por el reino de Dios sería un vivir de la providencia, de su misericordia que él iba a manifestar con nosotros”.
No fue sino hasta el 27 de julio de 2021 que llegaron a su lugar de misión Carúpano. Quien más le preocupaba, Ana, se adaptó rápidamente al ritmo de vida en la misión y pronto también comenzó la escuela. Para Dayciret y Pedro, ya no era un tiempo para ir de misiones, sino que su día a día se había vuelto misión, y no de manera individual, sino como familia: la oración, el trabajo en la escuela, tareas dirigidas, reunión con los grupos de jóvenes y de infancia, la academia de fútbol, la coordinación y asistencia de los comedores, incluso “los quehaceres de la casa porque soy misionera, pero no dejo de ser mamá, no dejo de ser esposa”, afirma Deyciret. Además, Pedro, aunque jamás pensó hacerlo, comenzó a animar las comunidades con la celebración de la Palabra.